jueves, 19 de enero de 2012

CONFUNDIR LA VELOCIDAD CON EL TOCINO


En cierta ocasión un buen profesor de química le espetó a un compañero mío de clase, tras solemne mingada de éste, “eso es confundir la velocidad con el tocino”. No pude por menos que intervenir en vista de que el ambiente crujía. Explicando los motivos de que la velocidad y el tocino no sean la misma cosa aunque, en determinadas circunstancias, el tocino pueda ser motivo de aumento y cesación de la velocidad. Esto es, el tocino puede ser agente de la velocidad. Me explico.

Pongamos por caso que un día de buenas temperaturas a alguien se le cae un trozo de tocino en la vía pública. Las buenas temperaturas ablandan el producto. Un señor va caminando a razón de 1 m/s por el lugar del tocino extraviado y, en pisándolo, adquiere una aceleración de 2 m/s²; lo que sin duda aumentará su velocidad. Esa aceleración imprevista y el consiguiente aumento de la velocidad inesperado, hacen que el sujeto pierda el equilibrio y acabe con sus reales gluteos por el pavimento. El rozamiento, que no es otra cosa que una deceleración, produce tal reducción de la velocidad que el sujeto finaliza con una velocidad final igual a cero.

Vemos, pues, que tenemos los siguientes elementos que intervienen en la velocidad: la aceleración, producida por el tocino; el rozamiento, la deceleración o desacelaración, producida por el culo del sujeto; y el cerebro del sujeto que no resiste en determinadas circunstancias imprevistas bien la aceleración, bien la frenada. O como le ocurre al pedáneo de Otañes, cuyo cerebro no resiste ni la una ni la otra.

Los elementos que concurren en un suceso no pueden ser confundidos por el suceso mismo. Eso es a lo que llamamos coger el rábano por las hojas o tomar la parte por el todo.

Nos cuenta el pedáneo de Otañes, D. Santiago y cierra Otañes, Berriolópez, en el Diario Montañés que su intención es renovar los consorcios de repoblación forestal, en esa su pedanía. Y lo dice de esta guisa: “…su disposición a continuar con el periodo de renovación de los convenios forestales”. En su idiocia, Berriolópez, asegura después que: “Dichos convenios están vigentes desde el año 1955, por un periodo de 45 años y concesión prorrogable”. Para más tarde afirmar sin sonrojarse que: “Los consorcios están pendientes de renovación desde el año 2000”.

Veamos los elementos que convergen en los Consorcios de repoblación forestal y que nuestro insigne tuercebotas confunde: El terreno, de propiedad pública; la acción de repoblar; el tiempo de usufruir la acción de repoblar; la prórroga; la renovación.

El terreno nadie lo pone en duda, aunque todos lo desean como propio. La acción de repoblar nadie puede ponerla en duda, se ve por el arbolado; y es el arma arrojadiza que los descendientes de los repobladores esgrimen como derecho propio. El tiempo que siendo tan huidizo todos quieren retener. La prórroga que ¿se pudo haber hecho? y nadie quiso; mejor dicho, nadie pudo por dos motivos esenciales: 1º. – Porque los montes ya estaban repoblados y por tanto era un negocio imposible, según el Código Civil. 2º. – Porque la Autoridad Forestal (Consejería de Medio Ambiente, Dirección de Montes) no lo permitía, ni lo permite. La Renovación, es el último elemento, se encuentra en igual situación que la prórroga.

Todos estos elementos conforman, configuran el consorcio; pero no son el consorcio. Y el Sr. Berriolópez junto con todos los alcaldes y pedáneos y muchos aspirantes a serlo, tienen a gala continuar los devaneos consorciales, mareando la perdiz o el eucalipto, porque saben que en ello les va la elección o reelección para el cargo.

Si el Sr. Berriolópez y afines quieren prorrogar o renovar los consorcios de repoblación existentes han de saber que es imposible. Y se lo tienen que decir así a sus vecinos, so pena de quedar por lo que son: unos vendidos, unos falsarios, que entienden la democracia a golpe de talonario.

Si el Sr. Berriolópez y afines quieren hacer nuevos consorcios de repoblación, tendrán que buscar terrenos calvos, monte sin repoblar y comenzar de nuevo. El problema es que ya no le quedan terrenos calvos para repoblar y los que pudiera tener nadie (Autoridad regional, estatal y europea) le va a permitir poblarlos de eucalipto.

El Sr. Berriolópez y afines, pueden realizar convenios de explotación de los montes comunales. Pero tendrían que sacarlos a concurso público, cosa que esperan las madereras como agua de mayo; pero excluiría a los vecinos singularmente, por no poder cumplir las condiciones de contratación con las administraciones públicas, previstas en la legislación vigente.

Y es por eso, por seguir chupando de la piragüa pública, por lo que los Sres. Berriolópez continúan confundiendo intencionalmente los conceptos “prórroga” y “renovación”, mientras permiten que, desde hace once largos años, los beneficios que se obtienen del arbolado vayan a manos privadas; privando a todos los vecinos de los muchos y buenos servicios que pudieran tener con esos dineros.

Los Sres. Berriolópez mienten descaradamente cuando dicen que la Ley 3/2003, de Montes, no permite la prórroga y/o renovación. Eso es una solemne mentira. Y como ya se lo dije en su día les renuevo o prorrogo el enlace para que disfruten y sufran, que no es otra cosa que vivir.

Los peseterospoltroneros no cejarán (pero ¿les conviene?), yo tampoco.

Un saludo y corred la voz.

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