No sé si echarme a llorar por las pueriles puntualizaciones del Sr. Robles Piquer. Además de pueriles bastardamente falsas. Pues sabe muy bien el Sr. Robles que la guerra (in)civil no se inicia por las torpezas de la república, ni de sus mandatarios, pues éstas podían muy bien solventarse por medios políticos y democráticos. Que, ideológicamente se demuestre, el Sr. Robles Piquer sea un facineroso apoya golpes de estado, no viene a cuento con la polémica Fraga bien, mal, mejor o peor.
La mejor razón de esa polémica podríamos verla en el ejemplo de la primavera ¿árabe? En el Magreb, en Túnez concretamente. Su apertura turística nada tiene que ver con los aires democratizadores y las revueltas populares. Éstas tuvieron más que ver con la hambruna que les esperaba tras las manipulaciones del mercado de materias primas alimentarias. La diferencia es que en la España de la transición, nada modélica por cierto, el Sr. Fraga tenía de demócrata lo que yo tengo de ministro del interior.
El mejor ejemplo de la ejemplaridad democrática, entonces y hoy, del Sr. Robles Piquer es, que nos venga con la vergonzosa anécdota, que sus pretensiones de censurar una publicación por su contenido sobre el marxismo, se la tumbara un juez. Eso viene a decir que el Sr. Robles Piquer por vergüenza, que no siente, y por pudor tendría que haber callado. En su deshonor y en honor a aquel Juez ¡váyase a tomar por el culo, Sr. Robles Piquer! En otros países, más democráticos, el Sr. Robles Piquer estaría en prisión, por presumir y vanagloriarse de su quehacer fascista; como tampoco un juez, por investigar esos crímenes, estaría a punto de sentarse en el banquillo de los acusados.
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