En ocasiones uno puede cometer
un error sin ser consciente de ello. Me explico. En el artículo de ayer hablaba
de un funcionario que indicó a los instaladores de la marquesina que o se
anclaba bien, o se la llevaría el aire.
En principio, mi informador,
en ningún caso ha sido el funcionario (entendido como empleado público). Desconozco
si el empleado público se lo había dicho a alguien o no; ni me importa. Lo que
sí me importa es que después de públicado el articulillo me indiquen que he
puesto en riesgo a ese funcionario, a ese empleado público. Que por otro lado
ni sé quién es ni me importa.
Lo que sí me importa es lo que
esto significa. Significa que el PRC que ha venido despotricando, desde la
oposición, contra los trabajadores del Ayuntamiento de la manera más injusta y
deplorable que un político pueda hacer; se ha visto desmentido por el buen
hacer de ese empleado público que viendo que no se instalaba bien la
marquesina, ha cumplido con su obligación de decirlo. Y así la marquesina ha
quedado bien instalada.
Por lo tanto, a dicho
empleado público hay que darle un premio. Un premio de reconocimiento de su
buen hacer, de su buen funcionamiento (que viene de función y de aquí
funcionario también). Y ya ven ustedes, en vez del premio de reconocer su buen
hacer nos encontramos que “he puesto en riesgo a esta persona”.
Si esto es así, hay algo que
no solo no funciona en Guriezo que no son los funcionarios, los laborales, los
interinos, los eventuales; los trabajadores municipales todos. No funciona la propia democracia. Hay algo peor.
Funciona la política del miedo. La más bastarda de las políticas.
Pero digo más. Si lo que
funciona es el miedo, mala bestia nos hemos echado a la cara. El miedo. Me habían
comentado tiempo atrás, pero no quise creérmelo del todo, que el primer día de “los
desvelos de nuestros nuevos mandakaris” habían reunido a todos los empleados públicos
para amenazarles si no cumplían “su misión”. Hoy, vistas las recomendaciones
recibidas me lo creo. Hemos vuelto otra vez, desgraciadamente, a las andadas.
El
miedo señores míos, en una democracia que se precie, no tiene ningún sentido.
Yo no tengo ningún miedo. Es más, no les tengo ningún miedo a estos
caballeretes que se doblegan a los poderosos y machacan a los humildes
empleados municipales y a los humildes ciudadanos. Que aplican la Ley del
Embudo. Lo ancho para mí y lo estrecho para ti. No tengo ningún miedo a las políticas
del cristianismo más salvaje del “Conmigo o contra mí”. Eso no cabe en una
democracia que se tenga un poco de respeto a sí misma. No lo tenía en el
tardofranquismo ¿y lo voy a tener ahora?
A los empleados municipales
les diré que, visto lo visto, lo peor que les pueden hacer a partir de hoy es
subirles el sueldo. El miedo suele tener varias salidas airosas. Una es la de
echarse para adelante y morir matando. Poco recomendable. Otra es que te
paraliza. Y de esa parálisis solo se obtiene: que te dobla primero; acto
seguido te enculan y se te suben a la chepa. Con esa carga en la espalda es
imposible ponerse derecho. La dignidad vencida y el orgullo de ser bajo mínimos,
son el lastre que te afondan la vida con el miedo.
LA COSA DEL EMBUDO Y LAS INJUSTICIAS.
Hace ya tiempo que nuestro
Alcalde hizo una tejabana muy molona en su terreno. Ignoro si se autopidió
permiso o no para hacerlo.
Les digo esto, porque últimamente
le ha dado por paralizar la construcción y ordenar el derribo de las tejabanas
de algunos vecinos. Con el argumento de que no habían solicitado el
correspondiente permiso. Al mismo tiempo permite que otros vecinos mantengan
sus tejabanas y casetas de aperos sin los permisos necesarios. Y nadie dice
nada. Los perjudicados dicen que no van a jorobar a los otros. Los otros se
dicen, no voy a decir nada no sea que me toque a mí también. Y mientras tanto,
nuestro Alcalde está ampliando la suya en estos mismos días. Esperemos que se
haya autopedido el correspondiente permiso.
Un saludo y corred la voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario