Nos cuenta el Diccionario María Moliner, del uso del español, que la expresión “Por todos los Santos”, se usa como “Exclamación con la que se ataja a alguien para que no siga diciendo o haciendo cierta cosa disparatada, equivocada o improcedente o no insista en ella”.
Y la traigo a colación porque el pasado día siete de septiembre, San Juan de Dios patrón entre otras cosas de los bomberos, nos hizo mucha falta. Dicen las malas lenguas, como siempre, viperinas, que fue debido a que en el actual Ayuntamiento hay muy mala leche. Por eso el fuego comenzó en la cafetera. Insisten las viperinas que el Alcalde pidió un café y como la situación de los montes está que arde, fuego al canto.
¡Fuego, fuego! Gritaron algunos, alarmados y con razón. Otros más jacarandosos, casi festivos gritaban ¡Agua, que se quema el río! Y dicen testigos presenciales que ni se acordonó la zona. El Diario Montañés lo refirió escueto. El Mundo mostró fotos del interior incluso.
En cualquier caso, parece ser que se quemaron algunos documentos. Desconocemos cuántos y cuáles. Los desconfiados dicen que se quemaron los documentos que en 2002 hizo firmar el Alcalde a los consorciantes, renegando de sus derechos sobre los consorcios, accediendo a la última corta.
Otros más desconfiados aún se apuntan a la teoría de la informática, de lo digital y virtual. Al decir de esta teoría los documentos calcinados en realidad no existirían, reproduciéndose la gamberrada del robo de los ordenadores de 2004, pero con el fuego purificador esta vez por modelo.
Yo personalmente no me apunto a ninguna de esas cosas. Pero estoy convencido, al tiempo, de que al igual que del robo de los ordenadores nunca más se supo; de este incendio, accidental o doloso que fuere, se olvidará toda traza de aquí a poco.
Por eso cuando alguno inicia su conversación con: “te enteraste del incendio del otro día…” no dejo que acabe su frase y retahíla, manifestando mi: “Por todos los Santos”.
Al pairo de todo esto y de que la cosa está que arde, les cuento la nueva gamberrada montañera. Desde el Ayuntamiento se ha venido en llamar a los consorciantes para el cobro de los haberes, mediante talón nominativo, de la última corta o enajenación de maderables. Y algunos se han encontrado que muerto el beneficiario años ha, les han extendido los talones no a nombre de los vivos sino a nombre de los muertos. Por lo que será difícil que los puedan cobrar sin falsificar la firma del más allá. Como sugerencia les diríamos que fueran a cobrar dichos talones a través del Banco Vaticano. Escándalo más o escándalo menos, no creo que, después de la muerte de Roberto Calvi, y su verdadero espíritu de paraíso fiscal, este banco les ponga pegas al pago y cobro; seguramente tiene línea directa con el más allá, desde el más acá. Visto sobre todo que al César lo que es del César y a Dios, con el corazón que con el alma no puedo…
¡Vaya por Dios!
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