jueves, 13 de agosto de 2020

LA TORPEZA DE UNOS ES LA TORPE SINVERGÜENCERÍA DE LOS OTROS



Hace unas horas les hablaba de la transparencia, de la ausencia de ella más bien. Y eso puede ser, en este caso lo es, un caso claro de torpeza política y personal, de cada uno de los intervinientes; por una de las partes. Por la otra parte, es un claro caso de sinvergüencería torpe o torpe sinvergüencería, elijan ustedes cual de los nominativos es el más importante y cual de los adjetivos va después.

La cosa viene con mucha cola, me refiero al consultorio médico y al resumen, con poca información y mucho de opinión sesgada y fraudulenta, vertida por D. Ángel Llano Escudero. Conocido por “El Breve”.

LA TORPEZA

El comando de “La Armada de nuestro Pancho Villa”, sin decirle nada a nadie (recuerden la transparencia) se plantan, sin planteamiento alguno, ante la gerencia del sistema cántabro de salud o cargo parecido; con el fin de reclamar la apertura del centro de salud o consultorio médico guriezano. Y se vuelven, como fueron, sin nada. Se llama torpeza, pero al menos lo han intentado.

LA TORPE SINVERGÜENCERÍA

El Sr. Llano, ante la torpeza saca a relucir sus miserias y les cuenta unas milongas. Milonga pa recordar, milonga sentimental…

1ª Milonga pa recordar: “…culparon del cierre del Consultorio médico a Ángel Llano como alcalde cuando era incierto…”.

Saben ustedes, porque lo han oído y leído hasta la saciedad de que esa acusación era por no haber hecho nada para evitar el cierre. Como no hizo nada para su apertura completa. Obligación del Alcalde/sa, es exigir la apertura del centro médico, pues tiene a 2.344-45 vecinos sin la atención precisa. Cuando por la pandemia se habla de reforzar la atención primaria.

Debiera saber, el ya ex, que el ratio exigible, aunque nunca se cumpla del todo,  de pacientes por médico/a y enfermero/a es de 1.500 y de 1.000, respectivamente. Si somos 2.345 habitantes, me dirán ustedes si no son necesarios dos médicos y dos enfermeros a tiempo completo (un médico, cuando menos a media o tres cuartos de jornada) todos los cinco días de la semana laboral. No puede decir que ignora que los vecinos de más de 60 años son ahora 645, el 27,40% del total. Si contamos los menores de edad, en edad de pediatría, son 417, el 18,14 % de la población guriezana; me dirán si no se necesita un pediatra a diario.

Su obligación, mientras fue alcalde, era defender la salud y la atención primaria de sus vecinos. Y no sea necio, la suya propia. Pero no es capaz de mover un dedo, siquiera por su salud. De eso se le acusa, entérese de una vez por todas. Aunque las formas que usaron en VxG no me gustaran.

2ª Milonga sentimental: “…Pedirle explicaciones a la Consejeria de Sanidad dos meses después de haber tomado la poltrona no es sinónimo de ser este un tema prioritario para ellos, como nos lo hicieron creer.
La respuesta ya la sabían ya que lo mismo exigió Ángel llano como alcalde a la Consejeria de Sanidad”.

Durante un año entero no ha exigido usted nada a nadie en materia sanitaria. Y se vanagloria de ello, con la burda cosa de “la respuesta ya la sabían”. Alma de cántaro. Me cuentan las viperinas que la respuesta que han tenido, no le deja a usted en buen lugar. Les han respondido que hasta la fecha, de esa reunión, nadie había protestado las medidas. Luego, es evidente, usted no exigió nada. Y no lo hizo por ser usted un estómago agradecido y un tanto pusilánime, no me haga recordarle que perdiendo la alcaldía en 2015 obtuvo usted sin concurso alguno un tranquilo puesto de trabajo en Cantur. No sería de extrañar que no le hayan hecho alguna oferta, en estos momentos de incertidumbre. Quiere mejor demostración de que no hizo nada al respecto. Fácil nos lo pone.

Si usted se hubiera reunido con algún cargo de la Consejería de Sanidad, sin duda lo hubiera colgado en el Facebook del partido y en el suyo propio, como lo ha hecho siempre. Casualidad sería lo contrario, pues como a todo tonto que se precie, gusta usted mucho de esos palotes.

Seguiría en estas “lindes”, aunque usted lo haya olvidado y los lectores también. Pero oigo maullar, desesperadamente, a mi gato. Por un momento pensé que aplaudía mis renglones, pero ¡quiá! Reclama su ración de comida.


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