miércoles, 17 de junio de 2020

LA VERGÜENZA Y LA MONCHINA


Ayer en el circus massimus Guriezo tuvimos la desgracia de comprobar que:

1º. – A pesar de la experiencia política de la mesa de edad, faltó la experiencia de saber hacer y estar de sus miembros.

En principio, y por principio, preside la mesa de edad el electo de mayor edad, siendo auxiliado por el más joven de los electos. La presidencia no es conjunta, solo uno puede ser el presidente. Esto implica que antes de haberse iniciado el Pleno, ambos tenían que haberse puesto de acuerdo en cómo iban a realizar la cosa.

Como el uno al otro se contradecían continuamente, llegando el más joven a decirle al presidente que “respetara el turno de palabra”, cuando en realidad no se la había dado el presidente; siendo él, el auxiliar, quien estaba interrumpiendo y rompiendo el orden del Pleno… Se demuestra que no habían cumplido con sus funciones institucionales previas y estaban, en vez de dando orden al Pleno, desordenándolo todo.

Porque miren ustedes, al margen de las posibles diferencias partidarias, la cuestión es institucional y el orden del Pleno tenía que ser guardado, en cualquier situación. Empezando por los miembros de la mesa de edad, para poder exigírselo al resto de corporativos y al público en general, todos debieran cumplir con su obligación institucional.

2º. – La falta total de respeto y de diálogo entre personas. La falta de miras y la ausencia de sentido de Estado.

Independientemente de que una persona o un partido al completo nos caigan mejor o peor, el respeto personal, la educación recibida, nos obliga a dialogar con todo el resto de los seres humanos con los que nos relacionamos. En mayor o menor medida.

Si, además, nos encontramos en una institución que es la única y máxima representación del Estado, que forma parte del Estado, que es el mismo Estado, el diálogo y la buena educación, son de obligado cumplimiento. No ya entre partidos, que pudiera darse o no, sino entre cada una de las personas.

3º. – La ignoracia inexcusable del sistema democrático. La existencia de los nervios a flor de piel.

Los nervios no pueden jugar el papel principal de un Pleno municipal, por muy calentito que esté el ambiente. El Orden del Día del Pleno de ayer, solo tenía un punto: La moción de censura presentada por seis concejales.

Una vez constituida la mesa de edad, el Presidente tenía que leer el contenido de la moción o bien ordenar que por la Secretaría se diera lectura del contenido de dicha moción. Antes de este trámite que no deja de ser ordinario, no se puede dar la palabra a ninguno de los concejales. Pero sobre todo, no se debe permitir la palabra y o gestos de agrado o desagrado de nadie del “inestimable” público.

Ayer, una vez más, pudimos comprobar cómo en Guriezo, los cuarenta y dos años de presumible régimen democrático ni la pandemia han servido para que hayamos aprendido algo. Ayer, una vez más, hemos comprobado cómo nuestros munícipes no se respetan ni nos respetan, montando un circo contrario al interés general. Si no fuera por lo vergonzoso, moriríamos de la risa.

Nada hay peor en el mundo que pasar vergüenza ajena, excepto pasar la propia. Pero ocurre que algunos, tal vez, solo tal vez, la vergüenza la tienen verde. Buen pasto para la monchina.

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