Pareciera en estos días guriezanos
que nada hay más importante que la temida y odiada, por los hunos, como
aplaudida y deseada, por los hotros, mierdosa moción de censura. Del ataque de
los hotros hacia los hunos, se nos han revuelto los hunos con pancartas,
carteles, cencerradas y baladronadas periodístico-televisivas, amenazas
incluidas. En suma, y en resta, una mierda como un castillo de grande.
Sin embargo, hay más, mucho más y
excesivamente peligroso el problema que nos plantea ARCA con los árboles en
Agüera. Tanto los hunos como los hotros callan, no dicen ni Pampeloponeso. Eso
no es importante si no sirve para volver a la batalla de la cantabricidad y esa
ya la solucionaron los tribunales y el Consejo de Estado.
El motivo de los silencios sobre
los árboles de Agüera no es otro que la total ausencia de una política
forestal. La total ausencia de una política general sobre los bienes públicos
en constante atomización, como distribuir granos de arroz al cuadrado en un
tablero de ajedrez. Otra mierda más, esta vez como una catedral de grande.
En la pelea de los machitos alfa,
interseccionados por ovarios beta, las pelotas no nos dejan ver los árboles,
estos no nos dejan ver el bosque y el bosque no nos deja ver el bien común o
interés general.
La excepción a la evolución
darwiniana es Guriezo. No hay evolución que valga. No hay desarrollo que valga
ni la más pálida idea de aprender y aprehender algo, con o sin pandemias. Y es
que el virus del eucalipto es un virus cojonudo.
Mientras tanto, todos dicen defender lo mismo, pero vemos que no se miran los hunos a los hotros, cuando se trata de verdad de la defensa de lo de todos.
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