Decía, venía a decir Alcides Arguedas que su pueblo, Bolivia, allá por 1900 estaba enfermo y lo achacaba a los desajustes que provocaba la modernidad. Yo sostengo por el contrario que la enfermedad proviene del no saber adaptarse, de mantenerse en sus trece contra viento y marea en contra de la vorágine de la modernidad. Esa enfermedad provoca en los pueblos la inefable inquietud de repetirse hasta el hartazgo, hasta que sana.
Guriezo lleva repitiéndose durante los últimos siglos. Se viene repitiendo a sí mismo, nos venimos repitiendo, desde 1740 hasta hoy mismo. ¿Cuando llegará nuestra cura? ¿Tendrá nuestro tejido social la fuerza suficiente para generar los anticuerpos? Yo espero que sí. A pesar de los pesares confío en la gente, en nuestra gente, en mi gente. No me resigno a que nos sigamos repitiendo, como el ajo del dicho.
En los últimos treinta años, día arriba día abajo, se han repetido hasta los "mandakaris", Garma - Izaguirre - Izaguirre - Garma, con dos o tres pequeños paréntesis, cuasi insignificantes. Y esto, a la vista de los resultados, debiera indicarnos la imperiosa necesidad de cambiar el rumbo. Dar un viraje de necesaria renovación. ¿Habrá quien se atreva a tomarse esa penosa responsabilidad? ¿Saldrán los jóvenes de 20 a 35 y los menos jóvenes de 35 a 45 a tomarse en serio su vida y la vida colectiva? ¿Tendrán propuestas nuevas de formas distintas de hacer? Me temo que aún es pronto y que no tendrán el tiempo necesario para prepararse en una embarcada así de cara a las próximas elecciones. Nuevos árboles, de sabia joven se necesitan para tumbar esos eucaliptos viejos, llenos de hongos que no dejan espacio ni acaban por perecer, infectándolo todo de micosis. La fosilización de la vida política guriezana se merece un museo, el museo de los Errores y de los Horrores. Un infierno dantesco al que solo una revolución anímica puede derrotar.
La Casta no cejará (pero ¿les conviene?), yo tampoco.
Un saludo, ánimo y corred la voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario