Cuando un alcalde, nuestro alcalde, decide meter
en el Orden del Día de un Pleno Extraordinario una serie de mociones de
cualquier grupo municipal, solo puede ser que no tiene ni idea de las normas de
funcionamiento de los Plenos. Pero, además, pasa también que está muy mal
asesorado.
Si un alcalde, nuestro alcalde, en un Pleno
ordinario no somete a votación que se trate una moción, solo porque tiene un
número de apoyos suficiente y le obligaría a poner en práctica lo que esa
moción obliga; entiéndase la aplicación automática del convenio del personal
laboral, está tomándose atribuciones y competencias que no puede ejercer. Eso
sin duda es por desconocimiento y mal asesoramiento. Pero sobre todo es causa de
la necedad y de una actitud
prevaricadora que asusta.
Si además, es capaz ese alcalde, nuestro alcalde,
de convocar un pleno extraordinario con esa misma moción, que no es suya, para
mayor vergüenza y se empeña en soltar una reprimenda a los concejales de la
oposición y a alguno de los suyos; y además se empeña en que no haya debate del
asunto y que no se vote… Solo tiene un nombre, duro, antidemocrático. Eso se
llama una actitud fascista.
La principal característica del fascismo es que
las normas, las leyes, se le aplican a todo aquel que no pertenece al partido o
no se doblega a la voluntad fascista de la autoridad; siempre y cuando esas
normas y leyes sean restrictivas de derechos. Si conceden un derecho, solo se
aplican a los miembros del partido o a aquellos ciudadanos que se doblegan a la
voluntad de la autoridad fascista.
Eso es lo que nos está sucediendo en Guriezo.
Tenemos un alcalde que saltándose todas las normas, impone su voluntad contra
viento y marea. Se salta, cual Manuel Benítez “El Cordobés” y su salto de la
rana, toda la legislación laboral de esta Ejpaña nuestra. Se salta toda la
legislación local y constitucional de un Guriezo que quiere hacer suyo. Se
salta los propios acuerdos o pactos de legislatura que tiene con el PSOE y le llevaron a la alcaldía.
Nuestro alcalde tiene una grave enfermedad que, en
democracia, se denomina fascistitis. Ya veremos hasta donde le permite llegar su
partido y hasta cuando le soportarán sus compañeros de viaje y sus votantes.
Puede que no sean todos ellos ese tipo de ciudadano gregario que necesita de
líderes dictatoriales. El tiempo dirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario