martes, 20 de diciembre de 2011

ODIO A LOS INDIFERENTES


Hoy me sorprenden los de AQUÍ CONFIDENCIAL con un editorial intitulado “Odio a los indiferentes”. Me sorprende porque son palabras de Gramsci, una de las mejores mentes del marxismo europeo en los primeros años del pasado siglo. Pero me sorprende más el error gigantesco al interpretar que esas palabras pueden venir a definir la situación española actual. No porque no vengan bien a nuestra situación de hoy en día, que viene al pelo. Sino porque en España, en casi todos los pueblos de esos 8000 largos, la indiferencia no es de la importancia del voto. Los españoles votamos, casi en masa. No dejamos nuestro voto para mejor ocasión. No.

En España el problema es que una vez que hemos votado, consideramos que ya hemos tomado partido y podemos relajarnos hasta que volvamos a votar. Esa indiferencia era la que odiaba Gramsci y odio yo. La indiferencia, al indiferente, que una vez que ha votado no ejerce su ciudadanía, todos y cada uno de los días de su vida. Y como bien citan a Celaya, maldecir la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Pero si bien, tomar partido, tomar una posición puede hacerse eligiéndola, esta no se confrma ni existe si no se mantiene. Y no basta votar, hay que mantenerla y tal vez, solo tal vez, nos olvidamos de los otros versos de Celaya “España en marcha”:

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.
¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo”.

Y esta ya es otra estampa. Odiar al indiferente y no compartir nuestras lágrimas con él. Porque ha llegado el momento de decir que pues vivimos anunciamos algo nuevo. Y para anunciarlo, no nos queda mas remedio que salir a la calle, todos los días, y pasearnos a cuerpo.

Pues eso.

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