El sábado estuve viendo Alicia en el País de la Maravillas de Tim Burton. Una buena mezcla de adaptación de la novela de Lewis Carroll y de cierta memoria colectiva creada por la Disney. Merece la pena verla en ese fabuloso y sorprendente efectos 3D.
Una Alicia más que crecidita, aunque veinte años no es nada que dijo el tanguista. Eso es precisamente lo interesante, una Alicia que no es tan niña; porque no es su primer viaje a las maravillas. Es una vuelta desde una realidad que nos reclama, preguntas que responder y cosas que realizar, en una realidad que se impone; aunque por preferir, nos quedaríamos en esa realidad ideal, donde las cosas son como queremos, producto solo de nuestra imaginación. Un sueño de ideales.
Y no se muy bien por qué extraños recovecos de la memoria me llevó la peli a pensar en la realidad política de Guriezo. No sé si por encima de todo o bajo el arco de triunfo de la Reina blanca o la Reina roja. Reinas que bien mirado son idénticas en sus quehaceres, mas no en sus formas de hacer. Una tan disparatada ella, tan injusta como injustificada, tan encefalítica. La otra tan cuasi candorosa, pero con ese hazlo tú que a mí me da la risa, me lo prohiben mis votos. Tremendo, ver como se desarman ambos ejércitos ante lo inevitable. Ejércitos de naipes que solo son un juego, en el despercicio lúdico de los mandakaris. Donde nadie se mancha las manos menos Alicia, que ha de matar al galimatazo. Pero para romper nuestro galimatías hay que tener muchas Alicias. Tantas como cartas en los ejércitos de naipes.
La Casta no cejará (pero ¿les conviene?), yo tampoco.
Un saludo y corred la voz.
Y no se muy bien por qué extraños recovecos de la memoria me llevó la peli a pensar en la realidad política de Guriezo. No sé si por encima de todo o bajo el arco de triunfo de la Reina blanca o la Reina roja. Reinas que bien mirado son idénticas en sus quehaceres, mas no en sus formas de hacer. Una tan disparatada ella, tan injusta como injustificada, tan encefalítica. La otra tan cuasi candorosa, pero con ese hazlo tú que a mí me da la risa, me lo prohiben mis votos. Tremendo, ver como se desarman ambos ejércitos ante lo inevitable. Ejércitos de naipes que solo son un juego, en el despercicio lúdico de los mandakaris. Donde nadie se mancha las manos menos Alicia, que ha de matar al galimatazo. Pero para romper nuestro galimatías hay que tener muchas Alicias. Tantas como cartas en los ejércitos de naipes.
La Casta no cejará (pero ¿les conviene?), yo tampoco.
Un saludo y corred la voz.
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