jueves, 7 de junio de 2012

COSAS DE BOMBEROS


Miren ustedes, la idiotez infinita de algún jerifalte nuestro de la Cantabria Insufrible. No les hablaré hoy de Guriezo. Les decía, miren ustedes, aunque sé que lo que les voy a contar ya lo saben. El año tiene 52 semanas más un día, cada tanto, para adecuar los tiempos y relojes, como este año metemos un segundo día. Son los años bisiestos que tienen, además de las 52 semanas, dos días. Eso hace un total de 366 días, para este año y los que como él son.

Esto nos lo explicaron el primer día de clase, justo después de decirnos que dos más dos son cuatro y que, sin magia, con ciencia, dos por dos son también cuatro. Ese primer día de clase, el Director General de Protección Civil de Cantabria debió faltar por meningococos. Desde entonces a la fecha, su cerebelo sigue con inflamaciones extemporáneas. Se lo explico.

Cuando ya habían llegado al acuerdo entre Gobierno de Cantabria y Bomberos, por el que algunos de éstos (111) pagarán la nómina de otros diez compañeros, resulta que nuestro Director General se pone a mear fuera del tiesto (Diario Montañés de hoy mismo). Y claro, el riesgo era y es… se lo ha hecho sobre los zapatos.

Por lo pronto hemos sabido que quien hizo la primera propuesta de despedir a 18, no a 10 ó 13, no; sino a 18, fue nuestro artista lenguaraz. Y como no le ha salido del todo bien y se tendrá que conformar con despedir a uno sólo, por problemas de “distribución de efectivos”; el tipo va y quiere calentar y soliviantar los ánimos de todo quisque. Allá él con su responsabilidad. O debiera decir, irresponsabilidad. Nos hubiera alegrado mucho más, si tan insigne matemático y ecónomo, hubiera iniciado los recortes por suprimir el “lising” del puñetero helicóptero de su jefa. Pero no, no está la cosa para alegrías.

Así que suprimida la alegría, se mete a criticar que los bomberos no producen lo suficiente. Si algún día, dios no lo quiera, se le incendia la casa veremos si producen o no, si son eficaces o no. Si algún día, dios no lo quiera, cae con su coche por un barranco y necesita, para salvar la vida, un equipo de descarcelación, veremos si producen o no, si son eficiente y eficaces o no. Hasta ahora sabemos que lo vienen siendo, productivos, eficientes y eficaces. Pero claro, la productividad “tiene un gran valor en el mundo laboral”, dice nuestro gentil saltacharcos y me pregunto yo ¿qué produce nuestro Director General? Aparte, claro está, de un conflicto laboral innecesario. Pues claro que en el mundo laboral, en los sectores donde se producen bienes de consumo, la productividad es un gran valor; a riesgo de saltar por los aires el mundo insostenible que estamos creando. Pero en el sector de las AAPP, los políticos, los empleados públicos (y él lo es como cualquier bombero o político) no producimos nada. Damos servicio, ayudamos o eso pretendemos a que los ciudadanos lo tengan más fácil, más cómodo, mejor y más abundante en el respeto a sus derechos y su ejercicio. Eso no es producir, sino alegrías o cabreos.

Dentro de los valores productivos, de la productividad como valor (absurdo), una empresa de tornillería tendrá la necesidad de producir el mayor y mejor número de tornillos, siempre dentro de una absurda obsolescencia programada y, seguido, conseguir venderlos todos a mayor y más rentable precio. Si lo consigue, habrá logrado una buena productividad y generosos beneficios.  Esa es su función.

Sin embargo en las AAPP, lo deseable es la eficiencia y la eficacia en la dación de los servicios. Y vemos que nuestro Director General ha pecado en ambas. Primero, porque todavía no ha presentado en la Fiscalía los papeles de los desbarajustes de los que acusa a Revilla, cuyo ejemplo más a mano lo tiene en el afaire Izaguirre. Segundo, por no haber exigido la devolución de los emolumentos cobrados, en ese caso, con claro abuso de abstencionismo laboral (eso de lo que se queja de algunos bomberos). Tercero, porque pudiendo recortar de gastos absurdos e innecesarios (el helicóptero), resulta que ha creado zozobra social, ha creado inseguridad a todos los habitantes de Cantabria; al menos mientras ha durado el conflicto. Cuarto, y mitad, porque una vez resuelto el conflicto que él mismo creó, no contento, continúa echando leña al fuego.

Volvamos a nuestro argumento matemático. Dice el Director General que algunos trabajadores no llegan a trabajar 60 días al año. Si eso fuera así, lo eficaz es ponerle remedio a esa situación, y lo eficiente sería que consiguiera que eso no hubiera ocurrido. Sigue pecando… De todas formas veamos los números.

Sabemos que un bombero trabaja en turnos de 24 horas. Una jornada de trabajo, un día, y libra tres (en otras provincias limítrofes libran cuatro). Eso significa que su ciclo laboral es de cuatro días. Recordemos ahora lo de las semanas del año y sus dos días en bisiesto. Cuatro semanas tienen nuestros bomberos de vacaciones, como todo hijopichichi. Nos quedan, por tanto, cuarenta y ocho semanas de trabajo más dos días. Esos dos días los podemos descontar ya, pues el 24 y el 31 de diciembre no son laborables en las AAPP. Según la Ley 7/2007 Estatuto Básico del Empleado Público, un bombero recién entrado tiene seis días de libre disposición. Nos quedan 330 días para trabajar. Recapitulando:

52 semanas + 2 días tiene el año.
Menos 4 semanas vacacionales,
Hacen 48 semanas más dos días.
Menos dos días (24 y 31 dic.)
Hacen 48 semanas.
7 días semana,
Hacen 336 días.
Menos 6 días (Moscosos y canosos)
Hacen 330 días laborables.

Decíamos que trabajan un día completo y libran tres, que su ciclo laboral es de cuatro días. Pues bien, si esos 330 días laborables los dividimos entre 4 que es su ciclo, nos dará los días de presencia de ese bombero recién entrado.

330 / 4 = 83 días (los medios días se compensan con el año siguiente que serán 81).

83 jornadas laborales hacen, a razón de 24 horas, un total de 1.992 horas este año.

No se pierdan en el dato final. Quédense un poco antes, en las 83 jornadas de trabajo. Nuestro insigne Director general de Calentamientos de Ánimos, nos dice que los 10 bomberos que pretendían ir a la calle por absentistas, no llegaban en ocasiones a 60 días de presencia en el puesto de trabajo. Y la verdad, dicho así suena… que hay bomberos que se las traen. Pero digo yo, la de bombero es una profesión de riesgo. Con toda la preparación que se quiera, con todo el machacao gimnástico deportivo que se tiren, no caben dudas de que gozando, aún, de buena salud y preparación física, en una profesión de riesgo lo más probable es que en ocasiones, algunos tengan lesiones y lesiones serias. Y con dirigentes como nuestro Director General, no caben dudas de que aún dominando el fuego, nuestros bomberos acabarán quemados.

Si de 121 bomberos cántabros, solo 10 (en realidad nueve), son los que habitualmente causan bajas laborales que de media hacen 23 días, como para preocupar, no vamos pero que nada mal. Y la razón es obvia, el absentismo alcanza al 7,44%. Pero no nos dice, y yo desconozco el dato, la media de edad del conjunto de nuestros bomberos. Si esa media supera los 40 ó 45 años, nos damos con un canto en los dientes con esa tasa de absentismo, en ese tipo de profesión. Y, conste, no queremos hurgar en cómo andan los asuntos de Seguridad y Salud Laboral en nuestros parques de bomberos, no vaya a ser que no se contabilicen siquiera los accidentes laborales.

 Así que visto lo visto nuestro Director General de Protección Civil mejor haría en dejar de decir chorradas y dedicarse a sus menesteres, que por eso le pagamos. Cuando queramos un orador, si quiere, podrá presentarse a las correspondientes oposiciones.

Un saludo y corred la voz.

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