Es la guerra, más madera decía
Gila. Desde hace pocos meses, el empadronamiento en Guriezo está creciendo como
la espuma de una cerveza bien tirada. Las malas lenguas, siempre viperinas,
coquetean con el rumor de que hay quien se hace caquitas ante la triste
esperanza de una debacle electoral. Por lo que, a toda prisa, están
empadronando amigos y familiares de allende las fronteras de la comarca del
olvido, por ver si así salvan los muebles.
El Séptimo de Caballería se refuerza
con grupos de infantería motorizada y a una hostia endiablada quieren volver, o
simplemente venir, a vivir a Guriezo. Será bonito, que no atún, ver cómo
después del 28 de mayo, los empadronamientos descienden vertiginosamente, en el
decir de las bífidas y desvergonzadas lenguaraces. También se regocijan las muy
canallas cuando se compruebe el aumento sin par del voto por Correo, con lo que
gustan los guriezanos el ver y dejarse ver en los procesos electorales, más que
en la misa de la una de los domingos y fiestas de guardar.
Qué quieren que les diga. No
suelo hacer caso a las víperas, pero siempre me gusta escuchar los rumores que
en Guriezo siempre son noticia frescue.
Mientras llega o no la fecha,
intenten ser felices.